Por Walter Martello
Defensor del Pueblo Adjunto de la Provincia de Buenos Aires y Responsable del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos.
El 15 de noviembre, Día Mundial Sin Alcohol, es una fecha para la reflexión, pero en Argentina se ha convertido en una jornada de alarma.
El análisis de las tendencias continentales nos arroja una verdad incómoda sobre nuestra inacción: La Región de las Américas en su conjunto logró una reducción del -7.32% en el Consumo Total de Alcohol per Cápita (APC) en adultos en los ultimos 20 años. Esta caída es fruto de la implementación de políticas costo-efectivas en otros países, como el aumento de impuestos a las bebidas alcóhlicas y la prohibición/limitación de publicidad.
Pero Argentina se mueve en sentido contrario: durante el mismo periodo nuestro consumo total aumentó un +8.12%. Este aumento nos dejó con un consumo promedio (9.45 L) muy por encima del promedio continental ($7.60 L). Este desvío se explica por la fuerte aceptación social del consumo, la popularidad cultural del alcohol y el fácil acceso que la normativa vigente garantiza.
Los datos son contundentes: nuestra nación no solo lidera el consumo de alcohol en el Cono Sur, sino que el actual gobierno nacional ignora sistemáticamente las políticas más efectivas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El resultado es previsible: consumo que se dispara entre los más jóvenes, un riesgo social permanente y una tendencia que nos aísla de la salud pública continental.
Consumo femenino.
El riesgo tiene rostro de mujer: aunque los hombres consumen un volumen mayor, la tasa de crecimiento en el consumo femenino es más alta; mientras el consumo per cápita entre hombres aumentó +6.77%, entre mujeres aumentó +10.48 %.
Asimismo, Argentina ostenta la segunda tasa más baja de abstinencia de por vida (6.7%) en América. Esta norma social se traduce en patrones peligrosos desde la adolescencia:
1) La Infancia en riesgo: la experimentación con el alcohol comienza antes de la pubertad. El último estudio que realizamos desde el Observatorio, en los años 2023 y 2024, sobre un total de casi 18 mil jóvenes escolarizados de PBA, arrojó que más del 71% de los adolescentes escolarizados en la PBA comenzó a beber antes de los 15 años, y más del 10% lo hizo antes de cumplir los 12 años.
2) Venta Ilegal y exceso: el fracaso del control es evidente. Prácticamente, 4 de cada 10 adolescentes afirma que ellos mismos compran las bebidas. Esta violación de la ley alimenta el Consumo Episódico Excesivo (CEEA), al que se suma el 13,88% de los jóvenes que consume más de cinco copas o cervezas en una ocasión en busca de embriaguez. A ello se le suma el impacto de las mezclas (el 57,43% usa energizantes, que enmascaran el sabor) y el peligro en las calles: más del 36% de los jóvenes reconoce haber viajado en un vehículo conducido por alguien que consumió alcohol o drogas.
Argentina, como miembro de la ONU, se comprometió a reducir el uso nocivo del alcohol en un 10% para este año 2025. Sin embargo, la Ley Nacional 24.788 de 1997 se volvió obsoleta y el gobierno se niega a implementar las medidas de mayor impacto, que son las recomendadas por los organismos sanitarios internacionales.
El camino para proteger a nuestros niños y revertir esta tendencia es claro: limitar el marketing del alcohol como se hizo con el tabaco, fortalecer los controles de venta a menores y actualizar los contenidos educativos. El Estado debe dejar de ser un espectador pasivo en la defensa de la salud pública.
Fuentes Consultadas
1. Investigación sobre Consumo de Alcohol en Adolescentes Escolarizados de la Provincia de Buenos Aires, Año 2023-2024. Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires, Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos.
2. Datos sobre Abstinencia y Consumo Activo en América, 2016. OPS/ OMS
3. Datos de Tendencias en el Consumo Total de Alcohol per Cápita (APC), 2000-2019. OMS/OPS