Cambio de paradigma: de víctima a sujeto/a vulnerado/a

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¿Sabías que desde el área no usamos la palabra “VÍCTIMA/S”?

Según la RAE, la palabra víctima remite a “persona o animal sacrificado o destinado al sacrificio”, “persona que padece daño o ha muerto por causa ajena o fortuita”. Según la etimología popular y antigua, la palabra víctima proviene de “victus” que significa “el vencido”. Entonces, podemos inteligir a la víctima como un “animal vencido”.

La categoría de víctima es designada por un otro legal, que sanciona dicha condición sobre parámetros jurídicos.

Categoría que enmarca, etiqueta y que al mismo tiempo reprime, ya que produce un aplastamiento subjetivo que desdibuja y corre de foco la visión del sujeto implicado.

En su lugar, les proponemos un CAMBIO DE PARADIGMA…

Vulnerable deriva de herida, la vulnerabilidad, es un adjetivo y por ende se atribuye como cualidad. Lo que se encuentra vulnerado es un derecho, por eso la expresión adecuada sería sujeto vulnerado en función de un derecho. Es necesario ir más allá del lenguaje, y contemplar al sujeto. Que no quede enquistado por el significante de víctima, ni ninguno que advenga a su lugar.

Por esto nos proponemos reflexionar desde la crítica o criticar desde la reflexión, ya no hablamos de víctimas, sino de sujetos vulnerados.

Esto en psicoanálisis, implicaría un cambio de posición de lo que llamamos “víctimas" a “sujetos vulnerados”, haciendo posible en ellas la participación activa en su reparación subjetiva.

Recordamos que nuestro posicionamiento es el de apuntar hacia un rescate de la subjetividad de la persona que padece y a la que se le han vulnerado sus derechos. Pensemos que bajo esta misma vertiente nos encontramos con un artículo escrito por Carlos Gutierrez e Ignacio Lewkowicz, titulado Memoria, víctima y sujeto. En él hacen una breve observación de uno de los significados de la palabra “víctima”: animal destinado al sacrificio, animal vencido, y éstos autores se preguntan qué mérito hay en ser víctima, siendo que al llamarla así se le atribuye una marca que la distingue del resto y que no permite ir por la vía de la singularización, entonces el sujeto, o más bien la persona victimizada, se agota en esa marca que el otro le asigna.

Es importante señalar, una vez más, la importancia de las palabras y el efecto que las mismas producen en el otro. El efecto desubjetivante que produce el lugar de la victimización, tal como la hemos explicado anteriormente, trae como consecuencia en “las víctimas”, un lugar de blanco inmovil, sin posibilidad de acción. “Se pierde de vista la peculiar posición del sujeto frente a aquello que lo ha dañado” (Gutierrez y Lewkowicz, 1998). Esto da por resultado la desresponsabilización subjetiva y un lugar en el que queda posicionado, donde se libra de la angustia de pronunciar una palabra como sujeto.

Es por esto que consideramos fundamental cambiar nuestro foco de abordaje de trabajo, ya que desde la interdisciplinariedad desde una mirada integral, podemos “hacer tambalear la categoría de víctima, para ir al encuentro de lo más singular, esta etiqueta promovida desde lo social, da consistencia y una falsa identidad, es necesario conmoverla para ir a lo particular de una historia”. (Gana, 2014).

08/11/2023

García Navarro Samanta, González Luciana A., Molina Piñero Felicitas.